Publicado en EVENTOS

Oporto, ciudad trampantojo

IMG_20150320_000956

Hace tiempo que quería escribir sobre la ciudad de Oporto. No veía nunca el momento adecuado, hasta que me he visto en una situación que “me sugería hacerlo».

He recordado ese viaje que, como tantas veces uno planea, –y en este caso, no sé por qué– sin llevar muchas expectativas de lo que me podía encontrar. Quizás sea por eso que mi sensación de satisfacción ha sido plenamente superada.

Paseando por sus empinadas rúas, contemplando sus escaparates y espaciosos establecimientos, Oporto te confirma, a cada paso, ese dicho de que “cualquier tiempo pasado fue mejor”. A mi mente llegaban continuamente flashbacks de esa infancia donde la prestancia de los tejidos, la artesanía delicada y la buena manufactura eran de práctica habitual.

Oporto es una ciudad que te secuestra del presente y te sube a su máquina del tiempo para viajar al pasado y mostrarte lo mejor de otras épocas.

image

Si eres un nostálgico, quizás un hipster al que le gusta todo lo retro con un punto decadente, no dejes de visitar este lugar. Pensarás que el origen del término vintage lo tuvieron que acuñar aquí. ¡No es para menos!

image

Pero no os voy a hablar de sus rúas y tranvías, de su atmósfera tan húmeda, ni de su lengua que te sesea y te susurra… Voy a centrarme en aspectos más mundanos, al fin y al cabo tan humanos como son los placeres del “buen yantar”.

image

Oporto gastronómico

Si nos ceñimos al título, «ciudad trampantojo» sería una ciudad que parece algo que no es. Parece antigua, parece anclada en otro siglo y otras costumbres. Y sin embargo es cosmopolita y moderna, a la altura de cualquier otra ciudad europea en cuanto a la calidad de su oferta para el visitante. Y no digamos de la gastronómica.

Que ya lo dicen los cánones:

Todo turista que se precie debe probar las viandas que cada lugar le ofrece.

En realidad, no sé si lo dicen los cánones, pero lo de catar «nuevos caldos» era cosa obligada. Y no sólo caldos o líquidos espirituosos…, también sólidos que, además de alimentar el alma, llenaron y saciaron nuestros estómagos.

Lo bueno de estar rodeado por un río, –nunca pensé que tuviera semejante anchura y caudal–, es saber que el Atlántico o el propio Duero nos iban a bendecir con unos sabrosos peces. Sería un pecado viajar a cualquier rincón portugués y no degustar alguno de sus pescados. Y no me estoy refiriendo únicamente a ese bacalao a las brasas, con su cebollita y perejil, que nos sirvieron en el barrio de Matosinhos.

image

También esas sardinas fresquísimas plateadas o esa sepia doradita a la parrilla que nos sirvieron, para goce de nuestros paladares, en el Restaurante Tito II de la Rua Heróis de França 279, 4450-000 Matosinhos, Portugal. Tel.: +351 22 938 0692.
Una referencia culinaria de este barrio marítimo y porteño, al que sin duda volveré.

image

image

Si habeis viajado alguna vez a Portugal, seguro que os habreis percatado de la generosidad en sus platos, siempre acompañados de ese arroz blanco o esas patatas cocidas con verduras, como el brócoli o las judías verdes. Personalmente, creo que es todo un acierto y una lección de salud. De saber presentar un plato con una guarnición sana sin necesidad de añadir más calorías.

Ahora que estoy en Oporto y no me oyen en Madrid…
¡creo que hay que declarar la guerra a las patatas fritas!

¡Una de trampantojos!

Pero en este homenaje que hicimos a la pesca de agua dulce, no hubo arroz blanco ni verduritas. ¡Sólo proteínas! Y pensamos que, ya puestos, estaría bien pedir unos «choricitos» que, desde la mesa de al lado, nos habían dicho «cómeme» y puesto los dientes largos. Cuando nos los sirvieron, nuestra cara fue todo un poema. No eran precisamente aquéllos, tan pequeñitos y jugosos. ¡Vaya metedura de pata! Era como una herradura, pero no era un chorizo, ¡sino una croqueta gigante! Y ¿de qué iba rellena? Esto sí que fue lo mejor: ¡¡¡de chorizo!!!

image

Si esto no es rizar el rizo en cuestión de trampantojos, que se lo digan a David, ganador de la 2ª edición de Top Chef.

Esta fue la anécdota que quería contaros de aquella cena en la costa de Matosinhos. Nos reímos todos mucho y cuando ya creíamos que el «tema trampantojo» se había agotado, aparece nuestro camarero con el plato de los «choricitos» que habíamos deseado tanto. ¡Y cual fue nuestra sorpresa al verlos de cerca! ¡¡¡los choricitos no eran tales!! Nuestra vista nos había jugado una mala pasada. En realidad, eran patatas pequeñitas muy parecidas a las «papas canarias arrugás»

image

Al final, ¡¡¡sí que hubo guarnición!!!, sólo que con una pequeña trampa;)

Deja una respuesta

Introduce tus datos o haz clic en un icono para iniciar sesión:

Logo de WordPress.com

Estás comentando usando tu cuenta de WordPress.com. Salir /  Cambiar )

Foto de Facebook

Estás comentando usando tu cuenta de Facebook. Salir /  Cambiar )

Conectando a %s